Son muchos los usuarios de CBD que tienen dudas respecto a cómo se absorbe este compuesto, o cuánto tarda en desaparecer del cuerpo. Para responder estas cuestiones tenemos que recurrir a la farmacocinética: la disciplina que estudia los cambios que experimenta un fármaco tras pasar por nuestro organismo.
Lamentablemente para artículos como este, el comportamiento del CBD en nuestro cuerpo es altamente complejo, y además de la variabilidad que encontramos cuando se administran distintas dosis, preparados (cristales, cápsulas, alimentos con CBD, etc.) o combinaciones de CBD con otros compuestos (terpenos, THC, etc.), también encontramos una gran variabilidad dependiendo de por qué vía se administre (oral, tópica, inhalada, etc.). De modo que prácticamente tendremos un comportamiento distinto para cada dosis, preparación, combinación y vía de administración distintas. Pero haremos lo que podamos para resumir y proporcionar la información más útil y generalizable posible.
Dividiremos nuestra explicación en 4 apartados distintos, que son los 4 parámetros básicos que estudia la farmacocinética: Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción, o lo que se conoce como el acrónimo ADME.
Absorción.
La información más relevante que se debe considerar en cuanto a la absorción del CBD es su naturaleza altamente lipofílica, es decir, su afinidad por las grasas. Como en el caso del THC, el CBD no se disuelve en agua, con lo que será recomendable suministrarlo junto con alguna grasa para aumentar su absorción. De hecho, los estudios existentes sugieren que la mejor manera de ingerir la molécula de CBD y aprovechar todo su potencial sería por vía oral, después de las principales comidas en caso de ser cápsulas, o directamente mediante alimentos enriquecidos con CBD. Aunque en el caso de estos últimos se tendrá que valorar la concentración y dosis necesaria.
Asimismo, se ha estimado que entre 1 y 4 horas tras la ingesta es el tiempo en el que el organismo puede disfrutar de las más altas concentraciones de CBD, por lo que es en ese espacio de tiempo donde deberíamos percibir sus efectos con mayor claridad.
En cuanto a la inhalación del CBD, el tiempo de absorción se reduce considerablemente. Mientras que mediante la digestión se tendrá que esperar hasta una hora para alcanzar las máximas concentraciones en sangre, aquí son necesarios solamente 5 minutos. No obstante, el inconveniente es que tan rápido como viene, se va. Cuando ha pasado una hora tras la inhalación, el 90% de CBD ya se ha eliminado (aunque la vida media del CBD restante se prolonga hasta más de 24 horas, pero las concentraciones pueden no ser las suficientes como para esperar efectos terapéuticos). Esta rápida absorción y corta duración brinda la oportunidad perfecta para utilizar el CBD en caso de “emergencias”, es decir, cuando necesitamos sus efectos de manera rápida, ya sea por un repentino dolor de espalda, por una charla en público que nos genera ansiedad o por una migraña que asoma.
Distribución
No hay mucho que decir sobre la distribución. Como su nombre indica, el volumen de distribución nos informa de si el fármaco administrado es más o menos específico sobre algún sitio de acción, sistema u órgano (en tal caso encontraríamos un volumen de distribución bajo) o si, por el contrario, una vez administrado, se distribuye ampliamente por todo el organismo (volumen de distribución alto). De entrada, si recordamos su naturaleza liposoluble, podemos deducir que el CBD tendrá un considerable volumen de distribución, ya que esto hará que se fije con mayor facilidad a las proteínas plasmáticas de la sangre y viaje así rápidamente a todos los órganos y sistemas. Ahí, además, es cuando se fijará en el tejido adiposo y se liberarán pequeñas cantidades de CBD de manera progresiva hasta su total desaparición.
Tan solo hay un estudio en el que se calculó el volumen de distribución del CBD, siendo éste de 2,52 litros. Para comparar con otros fármacos, el volumen de distribución de la aspirina, por ejemplo, es de 10 litros, con lo que, aunque se trate de un volumen alto, otros fármacos comunes se distribuyen mucho más ampliamente que el CBD.
Metabolismo
El metabolismo se refiere al proceso mediante el cual el organismo “procesa” el fármaco, generalmente eliminándolo de manera inalterada, o produciendo sustancias derivadas o metabolitos. El CBD sufre lo que se conoce como un extensivo metabolismo de primer paso, es decir, tras su paso por el hígado, la mayor parte de CBD se elimina y se forman diversos metabolitos, como el 7-COOH-CBD o el 7-OH-CBD.
Es importante remarcar que el CBD inhibe la enzima CYP2C9 presente en el hígado. Cuando alguna de estas enzimas se encuentra inhibida, significa que otros fármacos no podrán metabolizarse de manera tan eficiente, por lo que puede darse una acumulación de los mismos y, por tanto, mayor toxicidad. En este caso, fármacos como el celecoxib (fármaco para la artritis reumatoide), la fenitoína (un anticonvulsivo) o la warfarina (el famoso sintrom) también pasan por esta enzima, por lo que convendrá consultar con un médico el uso combinado con CBD. Un procedimiento adecuado sería monitorear las dosis de estos fármacos tras el uso del CBD, así como rebajar preventivamente las dosis que se han utilizado hasta el momento para facilitarle el trabajo al hígado y evitar que estos fármacos se acumulen.
Excreción
Hay varias maneras de observar cómo un fármaco es excretado y expulsado del cuerpo, pero la más común es mediante la constante de eliminación (Ke). Esta constante expresa qué proporción del fármaco, en este caso CBD, se expulsa por unidad de tiempo (generalmente se calcula en horas). En este caso, la vía de administración que permite una eliminación más rápida del CBD es mediante nebulizaciones, las cuales permiten que, tras una hora, el 98% de CBD se haya eliminado. Por otro lado, el método más lento sería por vía oral, pues en una hora tan solo se ha eliminado el 12% de una dosis de 20 mg de CBD. La administración de aceites mediante gotas sublinguales incrementa ligeramente esta tasa, siendo de aproximadamente el 30% del CBD por hora.
Curiosamente, en un estudio en el que se administraron dosis altas de CBD (700 mg) diariamente durante 6 semanas, las concentraciones plasmáticas del CBD se mantuvieron constantes. Pese a que a estas dosis se tardaría entre 10 y 15 días a eliminar por completo el CBD del cuerpo, de alguna manera se consigue que las concentraciones en sangre se mantengan constantes y no produzcan toxicidad o problemas asociados. No se puede decir con certeza, pero ello puede deberse, de nuevo, a su fijación a las grasas. El CBD queda fijado en el tejido adiposo rápidamente, y esto permite que dosis repetidas puedan continuar circulando en sangre sin que el organismo se sature.
De todos modos, según otros estudios, su paso por los riñones puede incluso ser beneficioso y prevenir algunas enfermedades renales debido a sus propiedades antiinflamatorias, por lo que de momento no parece haber motivos para preocuparnos por una posible toxicidad por acumulación.
Pese a su popularidad, no son muchos los estudios que existen sobre los parámetros farmacocinéticos del CBD en humanos. Un motivo más que probable de este escenario es la complejidad de este fenómeno que, como hemos visto con la poca información existente, no es nada deleznable. Esperamos que futuros estudios cubran los actuales agujeros de la información que todavía no tenemos para utilizar este compuesto de la mejor manera posible.
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